Romanticismo camerístico a la bachiana: las transcripciones del Ensemble Contraste

Johan Farjot, pianista y director francés, recrea un Bach que declara inmanente por mezclar instrumentos barrocos con modernos, pero cuya concepción de conjunto evoca sobremanera cierto aire, y muy fresco, a camerismo decimonónico del bueno. Despojados los continuos, masticadas las líneas contrapuntísticas, los cuartetos con piano y los tríos de cuerdas solo se ven interrumpidos por las dos únicas transcripciones que no son de Farjot: un Erbarme Dich desnudo para piano solo, impresionante en los dedos de su propio arreglista, el genial Karol Baffa, que pasaba por ahí; y un Bist du Bei Mir de Arnaud Thorette, el violín del versátil y refinado Ensemble Contraste, recompuesta la pieza no para violín sino para la viola de Maria Mosconi y el piano del propio Farjot. A propósito, que aún hay quien no se entera que el Bist du Bei Mir es precioso pero no es de Bach, sino de Gottfried Heinrich Stölzel, otro grandioso desconocido para el gran público (aunque Bach sí lo transcribió). Completa el elenco al chelo Anthoine Pierlot, descenciente, imaginan bien, de la ilustre familia de músicos homónima que tantos placeres ha regalado a la música antigua.
Son arreglos románticos no ya solo por su instrumentación, sino porque en su voluntad está subrayar la música pura, más allá de los intrumentos originales, de las palabras incluso- Bueno, es un poco manido a estas alturas contar en el libreto que a Bach no le importaba en absoluto el timbre de sus obras, un discurso que parece olvidarse del laúd en la Pasión según san Juan, por poner un solo ejemplo entre muchos. En fin, que una cosa no quitaría la otra, caramba, y casi molesta ya que se minusvalore tanto la capacidad de Bach de trabajar los idiomatismos de cada instrumento, su maestría al combinarlos, entre sí y con las voces. Por no decir que esto también desprecia el valor de las palabras cantadas en tantos motivos retóricos, el eventual simbolismo organológico o hasta la propia funcionalidad material y prosaica de su obra.
Eh, conste que esto lo dice el autor de un blog repleto de transcripciones, pero con la cara muy alta, que una cosa no quita la otra, insisto. Y ahí están para disfrutarse lo bien que funcionan estas reducciones de la cantata BWV 12, Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen, que ya se encargó de romantizar Liszt primero; o de, sobre todo, el logradísimo resultado instrumental del Motete BWV 225, Singet Dem Hernn, uno de los que obnubilaron los ojos de Mozart cuando acudió a Leipzig y en Santo Tomás le dejaron estudiar las partituras del santo, santo sentado en el propio suelo de la iglesia. Diría que es la primera vez que a alguien se le ocurre versionarlo.
Otras piezas, en lugar de perder instrumentos o voces, pues los ganan, como las dos obras para clave o como los corales para órgano seleccionados (a propósito, debo sin duda destacar el impresionante comienzo del disco con el Komm der Heiden Heiland BWV 659). Más convencionales son los arreglos de los celebérrimos Pasacalle para órgano y Ricercare de la Ofrenda, pero no por más típicos dejan de ser menos convincentes.
En fin, que no paro de escuchar este álbum. A priori, parecía otro disco de antologías al tuntún y del montón. Pero no, se trata de un refinadísimo ejercicio por parte de Farjot al transcribir: fijaos cómo se integra el piano en los cuartetos, qué bien están pensados los fraseos y el balance instrumental en general, y qué claras sobresalen las melodías, decía al principio. Y la aportación concreta de Baffa es toda una pasada, insisto.