Pasión bachiana australiana en clave de jazz



Este disco, a punto de cumplir las dos décadas, mantiene una frescura que ya la quisieran muchos. Desde Australia, nada menos, pues todo un clásico en el acercamiento del jazz más ecléctico a Bach. Poderosas deconstrucciones en torno a diversos pasajes de la mismísima Pasión según san Mateo, fuente inédita de inspiración para free y cool jazz en medio de instrumentaciones a lo Big Band, cuyo clasicismo termina tomando el protagonismo sobre el que oscila todo el juego. A cuenta todo de la exuberante Australian Art Orchestra que encabeza y dirige el compositor Paul Grabowsky y en la que colaboran como instrumentistas los demás coautores de esta maravilla.

En Come, Daughters, el propio Grabowsky homenajea el coro inicial con un movimiento que empieza muy fragmentado, cubista casi, con un hilo que empieza fino y acaba como cuerda, de metal, claro. También aporta tres corales susurrados por Christine Sullivan que bien parecen sacados de algún club deliciosamente decadente a punto de cerrar.

Mi favorita es la introspectiva pieza de Doug de Vries, Captive, basada en el dueto que antecede al terremoto en la Pasión original, irreconocible al principio, tan lento, en el bar de los halcones de Hopper, solapados los instrumentos uno a uno, dos a dos, haciendo las veces de las voces en un muy sutil entretejido de imitaciones y de melancolía.

El arreglo de Alister Spence, For Love transforma el ritornello de aquella maravillosa aria con traverso en una suerte de rock progresivo a lo King Crimson. En Crucified, el percusionista Nikolaus Schauble disecciona el Erbarme Dich hasta límites insospechados, retomando el multiperspectivismo de Grabowsky, y alternando unos tutti de elegante tribalismo. El punto orgiástico llega al Finale con John Rodgers y su frenética reflexión free-nética a partir del coral más famoso de la pasión. Y del propio Bach, claro.

A disfrutar.

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